Dios y el Testimonio de fe

Conocemos a Dios a través de la inteligencia de Sus signos y a través de Sus manifestaciones en Su creación. Y puesto que la infinitud no puede dividirse en dos, tres o más partes (es un hecho matemático), debemos concluir que no puede haber un Dios para los judíos, otro para los cristianos, otro para los musulmanes, otro para los hindúes, incluso otro para los ateos, etcétera. ¡Dios es uno! La Unicidad de Dios está en la raíz de la fe islámica y de las creencias de los musulmanes.

El ser humano es un ser suprabiológico. Para nosotros, la biología no es la guía suprema de conducta. Compartimos los mismos instintos e impulsos pero, mientras que los animales responden a ellos de forma automática, nuestra respuesta está regulada por mecanismos complejos que van más allá de aquello para lo que estamos programados. Se nos ha dado una biología animal, pero hemos cruzado los umbrales de la biología para adentrarnos en el reino de los valores, de los principios y de la espiritualidad.

Estudiando al hombre nos damos cuenta de que el Creador nos ha dotado de cuatro características cardinales únicas en nuestra especie: conocimiento, capacidad para distinguir entre el bien y el mal, libre albedrío y responsabilidad para dar cuenta de nuestras acciones. Lo novedoso de la humanidad, es el libre albedrío. Y he aquí por qué Dios, según las Escrituras, ordenó a los ángeles inclinarse ante Adán, aunque ellos fuesen inmunes al pecado y Adán no, y ellos Le obedecieron.

Detengámonos en este punto un momento y consideremos el universo y al hombre. Cuanto mayor sea nuestro conocimiento científico del universo, mayor será nuestra certidumbre de vivir en un universo de ecuaciones en tan precario equilibrio que el más ligero desorden conduciría a una catástrofe cósmica.

Ahora pensemos en la sociedad humana. Pensemos en esas personas que viven lo que llamamos una vida de equivocación, maldad o pecado, disfrutan y al final, mueren. Otros, en cambio, emplean su vida luchando por la verdad, por la justicia, padeciendo a causa de sus ideales y, al final, mueren. ¿Es eso todo? ¿Es la muerte el fin último para ambas vidas? Algo en nuestro interior se resiste a aceptarlo. ¿Dónde queda entonces la obligación de responder por nuestras acciones? Si la muerte fuera el fin, entonces la vida humana chocaría frontalmente con el delicado equilibrio que domina el universo todo. La conclusión sólo puede ser una: la muerte no puede ser el final. A la muerte no puede seguirle la nada. Debe seguirle otra vida en la cual el equilibrio se recupera y se rinden cuentas.

Conocer a Dios es la antesala a dar el paso mas trascendente en la vida de la persona. La declaración de fe islámica (“Doy fe de que sólo hay un Dios y de que Muhammad es Su mensajero”) es la clave de entrada al Islam. Pronunciarla con sinceridad delante de dos testigos es toda la formalidad que se requiere a los conversos para hacerse musulmanes. La shahada también se incluye en la llamada a la oración del almuédano (el adán) y se repite en todas las oraciones.